Los adultos dicen que todos los fantasmas son malos, que llevan sábanas blancas y arrastran cadenas. Afirman que asustan a los niños y espantan a los animales, que andan siempre desgrañados, que no tienen educación, y que habitan casi siempre en palacios coloniales.
Los niños, por supuesto, no creen estas barbaridades… sobre todo los que tienen amigos imaginarios.